Ave, Víctor / Para llorar

Real Zaragoza – RCD Espanyol

Tras la caída en picado del equipo velazquiano, el regreso de Víctor Fernández al banquillo zaragocista renueva la ilusión e invita a pensar en un presente más digno y un porvenir esperanzador. La primera piedra de toque, este domingo en La Romareda contra los españolistas.

Ave, Víctor / Aragón Deportivo

Ave, Caesar, morituri te salutant. Seguro que has oído alguna vez esta frase latina que podríamos traducir como: «Salve, César, los que van a morir te desean buena salud». Popularizada por las películas de romanos de Hollywood, no parece en realidad que fuera demasiado utilizada en aquel tiempo. De hecho, solo hay constancia escrita de su uso en dos ocasiones. La primera la relató Suetonio al describir una naumaquia presidida por el emperador Claudio. Esta batalla naval concebida como espectáculo mortal se realizó en el lago Fucino y, por lo visto, el dirigente romano aludido no se mostró demasiado satisfecho con el saludo empleado por los prisioneros convertidos contra su voluntad en gladiadores.

Con independencia de su significado y escasa popularidad, gracias al séptimo arte se ha quedado entre nosotros como una muestra de respeto al superior, un reconocimiento al papel diferencial y simbólico de los que se saben inferiores y, en cierto modo, ponen su destino en sus manos.

Pues eso. Todo claro, ¿no?

Ave, Víctor Fernández.

¿VOLVER A HABLAR DE FÚTBOL?

Piénsalo bien. ¿Hace cuánto que no hablamos de fútbol? Sí, lo hacemos con frecuencia sobre nuestro equipo, el Real Zaragoza, y sus constantes gatillazos. Pero fútbol, lo que se dice fútbol, no hemos catado en casi toda la temporada. Quizás, deslumbrados por el brillo de las victorias en las primeras cinco jornadas, pensamos que era así. Desde entonces, ni Fran Escribá ni Julio Velázquez han planteado sus partidos pensando en jugar al balompié. Ambos se han caracterizado por su condición misérrima y la voluntad de reducir al mínimo exponente cada partido. Jugar a que no pase nada puede llevarte a la victoria, cuando falla el rival y no lo haces tú; pero también al empate y a la derrota, en especial cuando te arrastras por el campo o los rivales tienen buenos jugadores. Cuando pasa algo, siempre es en tu contra. Y así nos ha ido.

Las cifras recientes del equipo velazquiano son aterradoras. Ni siquiera dormir junto a un psicópata armado con una motosierra da más miedo que esta caída libre. Lo peor no son los puntos ―mejor expresado, los no-puntos―, sino las sensaciones. Una cucaracha aplastada por un camión de quince toneladas da más señales de vida que, últimamente, los nuestros. Aunque hay que ser muy malo para perder la categoría en una liga como esta, mucho más tal y como está este año, llevábamos camino de hacerlo porque la caída libre era absoluta e insalvable.

Y, cómo ves, seguimos sin hablar de fútbol. Vamos a ello. En realidad, este deporte es más sencillo de lo que parece: consiste en marcar más goles que el rival para ganar el partido. Si sales a que no pase nada, el resultado ya no depende de ti. Cuando quieres exponer, dominar y superar al rival, puedes ganar, empatar o perder. Pero normalmente, pase lo que pase, el zaragocismo lo entiende. Porque se está honrando el escudo, la camiseta, la afición y el historial blanquillos.

OFENSIVO VERSUS OFENSIVO

Este pasado reciente ha sido ofensivo por vergonzoso, ignominioso e inaceptable. El presente se asocia a un nombre propio de sobras conocido: Víctor Fernández. Este sí es un entrenador ofensivo en el sentido positivo de la palabra: sale a ganar, juega al ataque, respeta la naturaleza y la esencia histórica de este Club. Por eso, nos llena de ilusión, de empatía, de conexión, de identificación y de esperanza cuanto nos transmite. Es quien más veces ha estado en el banquillo de nuestro Real. El que más emociones nos ha dado. Aquel que refleja como nadie el pasado y, ojalá, puede ser capaz de conectarlo con el futuro en primera que esperamos.

Con su llegada, tengo claro que volveremos a hablar de fútbol. Otra vez iremos al campo con ánimo positivo, seguros de que no vamos a aburrirnos durante todo el partido. Sabremos que con ViFe iremos a por ellos, atacaremos, daremos la cara y respetaremos el balón, el espectáculo y a la grada en cada lance del juego.

Otra cosa es que ganemos. El equipo ha quedado desguazado y sus futbolistas parecen cualquier cosa menos eso. Pero lo han sido y, algunos, hace no tanto. Si alguien es capaz de recuperarlos para esta actividad, también para esta causa, es el Entrenador de la Recopa.

Así que, sí o sí: ¡Ave, Víctor! Bienvenido a casa. Contigo moriremos si es preciso. Porque sabemos que solo tú puedes resucitar a este muerto.

Para llorar / Don Gols

Hemos vivido una semana de lágrimas zaragocistas. La pasada jornada vivimos el enésimo partido bochornoso de los nuestros, esta vez en Pucela y con el agravante de saber todos de antemano lo que sucedería. Nuestro equipo viajó muerto. Velázquez ya era historia pese a ocupar el banquillo. Se desenvolvió como un espectro de ultratumba con menos ánima que una alpargata sucia en un punto limpio, con menos capacidad de reacción que un botijo seco y en compañía de una colección de sombras inertes sobre el césped que, sin nuevos estímulos, hicieron lo que acostumbraban: nada. Sin plan. Sin capacidad. Sin implicación. Sin alma. Y, en consecuencia, sin puntos.

¿Por qué regalamos así otro partido? Ya lo hicimos en casa contra la SD Huesca, antes de incinerar a Fran Escribá, y nuestros directores no aprendieron la lección. Para llorar también, ¿no te parece?

Otras lágrimas muy diferentes vertió Víctor Fernández en su presentación de regreso. Las de un zaragocista puro, uno más como nosotros, tocado ―aunque no hundido― y emocionado ante la realidad. Su vuelta a la nave blanquiazul es una última bala que nos aporta confianza, proximidad, identificación y sentimiento. También ilusión; no para esta temporada, sino para la que viene. Genera empatía, pero también anima, ver a un símbolo como él llorando como un párvulo ante el cúmulo de sensaciones que lo envuelve.

Estoy seguro de que el juego de nuestros futbolistas, y ojalá también sus resultados, va a dejar de ser para llorar. Y, quién sabe, quizás en su momento lloremos todos con ViFe mientras celebramos algo grande.

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Acerca de michelsunenmontorio

Escritor, publicista y profesor de oratoria.
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