Victoriosos / Huir de la quema

Real Zaragoza – Burgos

La mejora de imagen y resultados mostrada por el Real Zaragoza debería refrendarse este domingo con una victoria ante los castellanos. Los de abajo no arrojan la toalla y las llamas del infierno de la 1ª RFEF son capaces de abrasar al menos pensado.

Victoriosos / Aragón Deportivo

Las últimas jornadas están presentando resultados insospechados, porque los de abajo se aferran a la vida con uñas, dientes y victorias. Esta segunda división, mediocre e insoportable con frecuencia, alcanza cotas de máxima emoción en estas jornadas finales cuando, como ahora, los bajunos recurren a la épica para salvar los muebles y se imponen, en una competición tan igualada, a los que presuntamente persiguen objetivos elevados.

Aterra pensar dónde y cómo estaríamos si Víctor Fernández no hubiera retornado. Cuando llegó, andábamos en caída libre, no le ganábamos a nadie, jugábamos a no jugar y, además, éramos malos. Ahora no somos mucho mejores ―incluso somos menos, porque las bajas nos han mermado más―, pero mostramos espíritu, carácter, determinación y sentido común en las alineaciones y en el juego.

Víctor ha dado confianza, sensatez y pautas de juego activas al equipo. Gracias a ello, por ejemplo, acabamos de lograr cuatro puntos de seis en los dos últimos, y difíciles, desplazamientos. Ganar al Huesca y puntuar consecutivamente en el campo del líder es verdaderamente meritorio. Mucho más si analizamos cómo jugamos y por qué conseguimos esos resultados. Fundamentalmente, porque aplicamos esa mezcla de voluntad, implicación y criterio que resulta indispensable para optar a la victoria. Ese cóctel que siempre poseen los equipos victoriosos. Los que persiguen la suerte de tal modo… que la alcanzan.

LA MANO DE VÍCTOR  

Cierto. Empatar de penalti en el tiempo de descuento incluye un alto porcentaje de fortuna. No es habitual y, aunque la derrota en Butarque habría sido injusta, no lo es menos que sin esta jugada postrera y el gol que provocó estaríamos ahora bastante más intranquilos de cara al porvenir. Ahora bien, ¿por qué estas cosas no pasaban con los anteriores entrenadores? Fundamentalmente, porque no moríamos matando. Porque nos autoderrotábamos y no pisábamos el área rival en casi ningún momento. Porque llegábamos extenuados y vencidos a los minutos finales. ¿Cómo nos iban a pitar penaltis si pasábamos el descuento haciendo pases horizontales en nuestro propio campo?

La mano de Víctor se nota, sobre todo, en la actitud, los cambios, la perseverancia y ese «Zaragoza nunca se rinde» del que nuestro entrenador de cabecera, y la afición al completo, siempre hemos hecho gala.

Hubo suerte en esa mano tonta del defensor madrileño, por supuesto. Pero estábamos ahí, insistiendo, buscándola, sin conformarnos con el uno a cero como en tantas y tantas ocasiones con los entrenadores pasados.

OPORTUNIDAD PERDIDA  

No está resuelta la salvación y nos equivocaríamos si levantáramos el pie del acelerador y nos dejáramos llevar. Los de abajo no van a regalar el descenso y, sin duda, caerá al pozo algún club que se pensó salvado en algún momento de la temporada. No seremos nosotros, estoy seguro. Sé que Víctor hará que los jugadores sigan siendo fieles al espíritu de esta elástica y al orgullo de este escudo.

Ahora bien, analizando la tabla clasificatoria y viendo la situación actual, me da por pensar que hemos despilfarrado otra oportunidad magnífica. Si el Leganés va líder, ese Valladolid que quería echar a su entrenador hace bien poco es el único de arriba que está ganando consecutivamente y nadie parece candidato a meterse en promoción con posibilidades altas de ascender, ¿qué hacemos nosotros tan abajo?

Si Víctor hubiera llegado antes, todo habría sido diferente. Elegir a Velázquez fue un error fatídico, como lo fue confiar en Escribá un año más… con una plantilla como esta. Este año va a salir barato optar al ascenso hasta el final, y nosotros ni siquiera tenemos la oportunidad de ilusionarnos. Qué rabia. Llevamos demasiados años en segunda como para desaprovechar estos regalos tan jugosos del destino.

Dejando al margen el fútbol ficción, no queda otra que ganarle al Burgos, asegurar la salvación lo antes posible y empezar a trabajar de cara a la temporada próxima. Con Víctor liderando la parcela técnica, desde luego. No puede ser de otra manera si, de verdad, aspiramos a ser un equipo victorioso. Como jamás debimos haber dejado de serlo.

Huir de la quema / Don Gols

Todos intentan escapar del fuego del infierno de la Primera RFEF. Es natural intentarlo, lo que no es   normal es que solo un equipo de los últimos doce clasificados se quedara sin puntuar en la pasada jornada. Por ello, el avispero del descenso se ha agitado tanto que algunos que se consideraban virtualmente salvados han de nadar ahora contracorriente y apenas consiguen avanzar con sus brazadas.

Los cuatro puntos de seis cosechados a domicilio por nuestro Real Zaragoza han sido tan buenos como meritorios. Sin embargo, por tanto resultado extraño en la categoría, seguimos cerca de la zona roja y no cabe relajarse. A cinco puntos del desastre, necesitamos atar entre tres y seis puntos más para sellar una salvación que, a río revuelto como es el caso, resulta mucho más compleja y agitada.

Con todo, estoy tranquilo. Los nuestros han recuperado la competitividad y por fin muestran un estilo propio, dominador y valiente ―con sus limitaciones― que los hace enemigos incómodos. En Butarque domeñamos al líder y merecimos puntuar, incluso ganar, por juego y por arrestos. Lo conseguimos in extremis, con un penalti de VAR que debió ser pitado mucho antes y que Maikel Mesa resolvió con calidad y eficacia.

La imagen que mostramos, por fin solvente y atrevida, me invita a pensar que obtendremos esos puntos pronto y nos libraremos de la quema. En esa hoguera mortífera caerá, seguro, algún equipo inesperado. En cualquier caso, los que descienden siempre son los peores de la categoría. Desde la llegada de Víctor Fernández, hemos dejado de serlo. Qué lástima haber tardado tanto en ficharlo.

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